Desde
hace algunos años hemos tenido contacto con actividades de consejería y de
acompañamiento académico a estudiantes universitarios en niveles de pregrado y postgrado,
conociendo las dimensiones clásicas y tradicionales de la asesoría a seres
humanos, que han sido y son de gran utilidad para quienes andamos en estas
lides educativas.
Estos
procesos se fortalecen ampliamente en la actualidad con orientaciones
innovadoras de MENTORÍA, concepto que se entiende como una acción de desarrollo humano
por medio de la cual una persona con amplios conocimientos y experiencias apoya
en forma integral a una con menores avances en el camino de la vida y del
estudio.
La
Mentoría se desarrolla desde épocas antiguas y en este sentido recordamos
nuestras primeras lecturas en las aulas escolares donde nos recomendaban estudiar
la Odisea de Homero, encontrando dentro de ella el personaje de Mentor, anciano
consejero que (aunque era de plena confianza de Ulises) parecía que tenía poca proyección y vitalidad, hasta que
según contaba la mitología griega la diosa Atenea tomó su lugar para orientar dinámicamente al joven Telémaco, hijo de Ulises u Odiseo. De ahí tomó trascendencia su nombre
como referencia obligada de los procesos actuales de relación entre una persona que se estima tiene más conocimiento relevante,
sabiduría o experiencia (el mentor) y una persona que se cree tiene menos de
estas cualidades (el ser humano a aconsejar o a apoyar).
Dentro del concepto
de mentores se comprende que la actividad integral de un docente debe
trascender su interés de hacer simplemente conocer y aplicar los conocimientos
básicos de la disciplina que enseña, para ser una persona que esté en capacidad
de aconsejar y de orientar a los estudiantes con ejemplos reales dentro de una
concepción humanista y de un enfoque de dimensiones de interés acorde con las
tendencias esenciales de la educación en este siglo. Se pretende que aplique una dimensión de Mentoría
diferente a aquella figura de consejero tradicional, encerrado en una burbuja
académica que ve a sus estudiantes únicamente como cifras estadísticas que se deben
incrementar para mantener la vida económica institucional.
En las orientaciones
modernas se entiende también que para su adecuada formación, un docente que
desee llegar a ser mentor (más que simple consejero o asesor) en su proceso de capacitación debe analizar y
reflexionar los contenidos de publicaciones de diferentes autores, las cuales se basan en procesos dinámicos de enseñanza
aprendizaje y utilizar sus conceptos esenciales para aplicarlos en la
experiencia diaria de las actividades docentes. Es necesario configurar un
acervo intelectual y cognitivo que sirva para fortalecer su inteligencia
emocional (como la entiende Daniel Goleman, por ejemplo), y así entender en
mejor forma a sus estudiantes y organizar las bases de un modelo mental de
aprendizaje de tipo dinámico que continuamente refuerce y mejore los
conocimientos e información que presenta como docente.
Y esto debe aplicarlo en sus nuevas cátedras, junto con los
conceptos y su aplicación práctica de enseñanzas de modelos de aprendizaje como
los llamados transformacional, constructivista, significativo y basado en
problemas, entre otros. Los resultados se observan a cada paso y hay historias que surgen a
diario en este continuo caminar.
Es el reto de
volverse un ejemplo de vida dentro de las dimensiones de interés de generación
de confianza, empatía activa, facilitar el acceso a la ayuda, vencer con
valentía paradigmas educativos que parecen inmodificables y aplicar la
indulgencia en el juicio para resolver situaciones que deben saberse entender y
corregir para formar integral y éticamente a los estudiantes. Es mucho lo que
puede ayudar el docente en el proceso formativo si sabe actuar con firmeza,
pero también con una actitud educativa e indulgente que deje huellas en la
mente de sus estudiantes (la mezcla racional entre lo que popularmente se
conoce como la fortaleza de un padre y la dulzura de una madre).
Se ayuda a forjar un
nuevo esquema de consejería estudiantil hacia llevarlo a un horizonte de
mentoría con características de mayor integralidad y humanismo, complementando
los valiosos esfuerzos actuales que se llevan a cabo. Se plantea una acción de
mentoría basada en ámbitos, personales, académicos y de orientación
profesional, en la que se vean conjuntamente las dimensiones y los aprendizajes obtenidos.
Se comprende en esta
historia real, por una parte, que el desarrollo completo en el arduo recorrido
de la vida de un educador se logra cuando palpa que sus estudiantes despliegan
sus capacidades, con base en el rol del profesor como un FACILITADOR
principalmente.
Y que se siente alegría cuando el exalumno obtiene sus
propósitos integrales de vida y tiene tiempo para reconocer que el profesor
colaboró con su formación, dentro de un sistema y un horizonte holístico o del
todo en el que se unen otros docentes e instituciones para acrisolar la formación
de seres humanos. A estos conceptos nos referimos en este mismo blog en http://sicreaempresa.blogspot.com/2013/06/es-posible-que-un-profesor-compruebe-la.html y en http://sicreaempresa.blogspot.com/2013_07_01_archive.html
Se aprecia también
que el proceso de educación nunca termina y que por medio de la formación como
mentores nos preparamos para ser mejores seres humanos y poder ayudar a otros a
lograr sus objetivos de vida.
Si se vuelve a mirar
hacia atrás se ven muchos senderos recorridos que confluyen hacia nuevas
avenidas en las que la mentoría será ingrediente indispensable. Es el entender
que lo que se hizo ayer y se hace hoy es el preludio de nuevos avances en el
futuro, como decían recientemente varios líderes académicos.
Este artículo se basa
en la convicción que el denominador común de todos estos procesos es que la educación es un elemento generador del
pleno desarrollo del ser humano, pues gracias a ella tanto los estudiantes como
el profesor pueden salir adelante; que la actividad docente es un impulso
dinámico que permite renacer cada día.
Y que es muy
atrayente llegar a ser mentores que podamos dar a los seres humanos lo mejor de
nosotros mismos, con generosidad y entrega constante.
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ResponderBorrarCon base en el artículo anterior y en mi posición como estudiante, defiendo la idea de que la relación entre este con un docente genera crecimiento mutuo a nivel profesional y personal. Además esta relación debe ser llevada a una posición más allá de los temas teóricos establecidos, pues como seres humano inmersos en una sociedad, necesitamos de una persona que por medio de actividades dinámicas nos enfrente a situaciones de la vida real.
ResponderBorrarA nivel personal quiero comentar que, la experiencia de un docente sumado a las decisiones que este ha tomado a lo largo de su vida nos sirven a nosotros para crear un prototipo de persona que quisiéramos llegar a alcanzar.